miércoles, 16 de enero de 2008

Oda a Camila


El aire se atormenta
ante tanta hermosura desatada,
Camila, cuando atenta
te arrojo mi mirada
y en la pantalla queda cautivada.

Es por tu don divino
que el alma que en deseo esta sumida
tiende a extraviar el tino
y se siente perdida
las cosas desconoce,
y no sabe del día y de la hora
solo persigue el goce,
tu imagen floreciente y tentadora.

Traspasa el aire todo
hasta llegar feliz a cada esfera
sin reparar el modo,
la senda valedera,
ánima, que porfía y desespera.

Vé cómo el gran maestro
que con tanta pericia te ha flimado,
con movimiento diestro,
produjo lo más bello que he mirado,
una escena como esta
merece mil desbordes
y me envía
a quedar sin respuesta,
a moverme sin guía,
a perder la dulcísima armonía.

Es Camila que entrega
todo un mar de dulzura y finalmente
el alma alli se anega
y ningún accidente
extraño y pregrino oye o siente.
¡Oh desmayo dichoso!
¡Oh muerte que das vida!
¡Oh dulce olvido!

Y verlo es asombroso
y se nubla el sentido
¡Cuanto sobrio eremita que ha cedido
a tu fuerte reclamo!
Se han renido sin más, sabios ascetas,
y olvidados de su amo,
en sus horas secretas
tiemblan ante la gloria de tus tetas.

Corolario

¡Que no te insulten más naturaleza!
La carne es pudrición y maravilla,
tan compleja y te tildan se sencilla
tan colosal, tan pródiga, tan rica,
que cuando la ficción te magnifica,
el cuerpo se trasciende en su belleza.

Lic. Graciela Tustanoski, Principessa Di Ramos